Ella y su familia han encontrado en esta estrategia el espacio ideal para tener contacto directo con los clientes y así ganar lo justo por todo lo que producen.

«Nosotros traemos los productos sin intermediarios, y se le hace más a lo que uno cultiva; porque cuando usted saca su producto a la plaza, nos lo pagan a un precio muy bajo«, comentó Leidy.

La agricultora siempre ha apoyado a sus padres en las labores, no cambiaría la finca por nada y desde allí cría a sus tres hijos: Juan David, Bryan Stiven y Bréiner Duván, de 14, nueve y ocho años de edad, respectivamente.

«Ellos estudian y les hemos enseñado las labores del campo, o sea cada uno tiene su oficio, como ir a echarle comida a las gallinas o pollos, recolectar los huevos, en las recogidas de café nos colaboran y diferentes cosas«, contó.

Leidy inicia todos los días su rutina a las 5:00 de la mañana, hora en la que alista a sus hijos para el colegio e inicia las labores, y a pesar de ser una jornada pesada, no dejaría la zona rural.

«La verdad el campo es lo más bonito que puede haber, nosotros no nos vemos viviendo ni criando a nuestros hijos en una capital. Tenemos que seguir con el legado que nos dejaron los abuelos que es el sustento de nosotros y el de la ciudad«, agregó.

Ella junto a su familia producen granadilla, tomate, café, plátano, y además, cuentan con una huerta casera en la que cultivan espinaca, acelga, cebolla, ajo, entre más alimentos.

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