Es importante y necesario, hablar de una reforma tributaria sin antecedentes en el país que no siga afectando a la clase media que tributa, trabaja y genera en buen número, riqueza para el país.
Colombia es un país pobre en medio de la riqueza, nuestro modelo económico, los gobiernos, proyectos, programas y la economía informal, incluido el narcotráfico han generado una cultura donde a muchos les gusta la plata, pero no trabajar, la asistencia Estatal, incentiva también la falta de laboriosidad poniéndonos en una crisis desorientada además por un modelo educativo poco pertinente hacia la productividad y generación de riqueza.
Nuestros habitantes, colombianos en su mayoría sin privilegios, víctimas de la incapacidad de los gobiernos, que no han sabido resolver los problemas, menos proyectar un país equitativo, con oportunidades para todos, son presas de la economía de mercado, de un Estado ineficiente en la formación de valores para la vida, la economía, la convivencia y la paz.
El campo es la gran oportunidad del país para el desarrollo social y económico, visto como la dignificación de manera inicial de nuestro campesino haciéndolo propietario y por supuesto generador de riqueza, la reforma agraria debe contener apoyo, desarrollo y aplicación de ciencia y tecnología, llevando a nuestros empresarios agrícolas a evolucionar a ver nuestro campo colombiano como una empresa y no como un castigo.
La reforma tributaria debe saber a qué sectores se aplica y hacia qué sectores va, sin duda el sector financiero colombiano debe aportar en grado sumo a esta reforma y la aplicación de los recursos deben tener preferencia por lo social y en las regiones. Colombia regional, social y productiva en el campo, es la nueva Colombia, construida sobre bases sólidas de seguridad, respeto por la diferencia, humanista y en equidad con oportunidades para todos.