Esquivo. Reservado. Completamente silencioso y, a diferencia de otros cazadores letales, realmente pequeño: el gato de Los Andes ha sido un dolor de cabeza para los biólogos que estudian la biosfera de la cordillera. Por la increíble capacidad de esconderse, y un pelaje que tiene exactamente el mismo color de las piedras en las cumbres, los locales lo conocen como ‘el fantasma andino’.