Celebro que el país, estos criterios del manejo de la economía los vaya interpretando en todos los sectores sociales y que quienes antes criticaban las reformas económicas o tributarias, asimilen que son instrumentos necesarios en la búsqueda de lograr para los ciudadanos una mejor calidad de vida. Insisto hasta la saciedad que debemos avanzar en la formación de más habitantes convertidos en ciudadanos, sujetos de derechos, pero inherentemente también de obligaciones siempre llenos de argumentos y razones para apoyar u oponerse y no víctimas de los intereses políticos o ideológicos trasformados en odios.
Insisto también en la necesidad de encontrar el gran acuerdo sobre gravar a los que más tienen, para que esos recursos lleguen a los que menos tienen, en una ecuación simple de equidad, donde esos recursos se alejen del gasto público y la burocracia insensible y derrochadora, para llegar a los territorios colombianos que es donde debe arrancar la construcción de la nueva Colombia, no en los Rosales donde muchos piensan que es Bogotá o que se queden en Bogotá, donde muchos piensan que termina Colombia.
Tenemos en el congreso nacional, la gran oportunidad articuladamente con el gobierno de demostrar verdaderos cambios, acciones transformadoras donde el Estado Nación esté conectado, donde las necesidades sean resueltas, y recuperemos la laboriosidad, colocando recursos para la producción de riqueza y no subsidios para la generación de pereza.
Aprender del camino recorrido en el pasado es imperioso, el presidente Petro permanentemente ha hecho un llamado hacia la producción de riqueza, hacia el “capitalismo progresista” en el debemos participar todos de manera activa, no simplemente como receptores de privilegios, sino como constructores del país que queremos.